viernes, 22 de noviembre de 2013

Dos Personas y la Adolescencia



      En menos de un mes recobre parte de mi adolescencia, elementos perdidos en mis recuerdos.  Tome pedacitos que se había quedado tirados tal vez debajo de algún sillón polvoriento de mi memoria o debajo de algún armario con libros, revistas porno o demás cosas.  Ahí encontré algunos encuentros y desencuentros que tuve en ese período.
      Esos pedacitos son dos muy importantes, de dos personas queridas de ese tiempo, ellos han fusionado su ser en los elementos de tierra.  Uno de ellos Juan Miguel Arrivillaga, un tremendo promotor cultural, artística cómo hacen falta o que están por ahí ocultos, escritor, pintor, conductor de radio y muchas otras cosas más.  Pasamos los Básicos juntos hasta que en tercero nos separamos, cada quién tomo su camino.
     Nos cruzamos muchas veces pero nunca cómo en esos tres años, curiosamente siempre por las artes.  Una vez porque publique un poema erótico en “El Panfleto” que aún conservo.  Otra porque estábamos planificando una revista junto a otro amigo (Julio Fuentes) pero que nunca dio fruto, ni flores y creo que ni raíces, pero nos juntamos a tomar café, a hablar y a discutir sobre la vida, la sociedad y el arte.  Nos vimos en “La Mocha”, el centro en donde hablamos con los de la Editorial X con otros que gustaban de esa literatura y discutimos de lo mismo y nos emborrachamos con ellos.  Por último en Antigua, un par de veces nos cruzamos nos hablamos pero nada más, pudimos hablar la última vez el año pasado cuando cumplió años y cuando organizó una fiesta en un café llamado “Metáfora”.
      Siempre lo admiré.  Fue un gran hombre, ejemplar en muchos de los sentidos, en el amor a la vida y en ser.  Es de los tipos que creo que serán una eternidad en las artes y en la vida misma.
      Y ahora, hace pocos días un amigo por Chat me dice: - ¿Sabes que mataron a Rubén?-
      Otro gran amigo de esa época.  Recuerdo que con él perdimos contacto desde que salí del IEA para buscar otra carrera que me diera chance para trabajar y estudiar en la universidad.  Pasamos buenos momentos, nos capeabamos, nos copiábamos en los exámenes, incluso creo que fuimos juntos a las Olimpiadas de la Ciencia.  El recuerdo que me hace sonreír más es cuando jugando le di un puñetazo en la cara, no lo sentí hasta que lo vi con la mano en la mandíbula, la piel roja y él llorando.  Nunca supe más de él después de los básicos.  Hasta que ahora con esta tragedia, era un taxista en Malacatán, San Marcos.
     Fueron grandes amigos, que me marcaron, que estuvimos juntos de los doce a los quince años, una época muy bella y que con la partida de ellos a los confines del infinito les agradezco haberlos tenido junto a mí en esa edad explorando la soledad, las tristezas, los amores, las iras, las alegrías y más.

Anexo:
Hace pocos días recordé que una vez nos peleamos con Juan Miguel Arrivillaga, nos golpeamos hasta que quedé en el suelo, él golpeándome la cara y yo tratando de escapar.  Me suena chistoso con lo cuates que fuimos.

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