Detrás de la sangre derramada todos los días por las personas que se parte el lomo trabajando; detrás de la sangre derramada por los artistas e investigadores que tratan de darle voz a los que no la tienen o darle una oportunidad a los que nunca la han tenido; detrás de esta sangre derramada todos los días sin descanso, vienen unos pocos sobre una carroza, marchando, machando sin respeto, sin inmutarse, sinvergüenza, sin pudor, con un estandarte de un sistema político incapaz de darle bienestar a la mayoría.
Detrás de la sangre derramada en Guatemala, hay un país que se ahoga en un estado que es incapaz de proteger a sus ciudadanos, hay un sistema que protege la avaricia y la impunidad, que recompensa la violencia y el abuso. Detrás de la sangre derramada en cualquier parte (en las aldeas, en las ciudades, en el área urbana y rural) hay un miedo que crece en el interior de cada ciudadano, pero también una rabia por la burla que nos hacen a los que delegamos en el estado.
Detrás de la sangre derramada en nuestros días, de los muertos de ayer, de hoy, de mañana, hay veinticinco años de fracaso, hay siete presidentes que se abalanzaron sobre los recursos, hay una guerra que se olvida y reinventa ahora sin banderas, hay un sistema político que está podrido, que nació así por conveniencia de algunos.
Detrás de la sangre derramada y que se publica en los diarios, hay un periodismo que se vende a los intereses de los administrativos que tiranizan a sus empleados, que pierde la objetividad de la información y se dedica únicamente a re-violentar a las victimas en videos o fotografías traumatizantes, que comercializa con nuestro dolor sin sentir pena ni angustia.
No se puede más, detrás de la sangre que lloramos constantemente debería de venir una revolución, un cambio de sistema que de oportunidad a los que han llevado la carga durante todo este tiempo, a los que han sangrado durante casi una eternidad.
imagen: http://farm3.static.flickr.com/2538/3929451439_3919039ba5.jpg
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