Mayo desapareció. Mayo dejó una estela imposible de borrar, no lo sé, pero mayo ha sido un mes que me dejó frió, con temor, con miedo, con tristeza, con fantasmas del pasado olvidado pero enraizado en nuestras venas.
Mayo me machacó el alma, me dejó sin ganas de seguir en Guatemala. Abandonar el hogar social disfuncional y seguir otros rumbos insospechados, pero posiblemente más seguros, más felices, sin muertes.
Así fue Mayo, un baño de sangre en Petén, un baño de sangre en el Polochic, un baño de sangre en todas partes sin misericordia, fue una enseñanza de que los años 80´s de la guerra civil guatemalteca aún están con nosotros.
Mayo del 2011, un mes para recordar, para empezar a recordar que hubo una guerra que no deseamos volver a vivirla (a pesar de que ya estamos inmersos en ella), para recordar que los pasos de 25 años fueron una “llamarada de tusa” para eliminar las desigualdades que tanto mal nos hacen.
Mayo… Mayo, fue un mes del que dentro de dos semanas todos olvidarán porque estamos empezando una celebración, una fiesta llena de orgías de colores, de discursos, de caras que no se avergüenzan de su pasado sanguinolento o de un presente corrupto. Una fiesta que desea que nos olvidemos de nuestro pasado podrido y volvamos a revivirlo para satisfacer a los caníbales del poder de siempre.
Mayo se quedó manchado de sangre, de terror, de miedos y desesperanza.
Mayo demostró que la Paz solo está en los hogares que tienen dinero para pagar su seguridad, que la libertad la tienen quienes pueden pagar a los jueces.
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