Acaba
de terminar la primera vuelta de las votaciones democráticas en Guatemala, si
queremos ponerle un bonito nombre para que sea atractivo y para que la
población se sienta incluida en un proceso que nunca ha sido nuestro realmente.
Hace
pocos días terminó este episodio circense, dejándome un mal sabor de boca
cuando veo como nos engañan y nos dejamos engañar como ovejas ante un proceso
que debería de hacernos sentir deshonrados a todos los guatemaltecos desde el
inicio, no ahora que está Baldizón y Otto Pérez peleando el hueso en la segunda
vuelta. Nos dejamos embaucar, nos dejamos impresionar por esa millonada de
quetzales en publicidad en un país donde hay niños que mueren de hambre, donde
la miseria existe en cualquier parte, donde la mayoría es pobre.
Nos quisimos engañar, como siempre, pensando que este proceso era algo que iba
con un pie recto, cuando desde los inicios todos los partidos rompieron,
escupieron y patearon la ley, iniciando proselitismo desde antes de la fecha
establecida por nuestra legislatura.
Somos
ovejitas, nos hicieron creer, y continuamos creyendo a pesar de la mentira tan
evidente, que esto es el único elemento fundamental para una democracia, como
si con el voto cambiáramos el rumbo que ya esta establecido por los grupos de
siempre y que ciegamente seguimos. Como si con solo eso se cumpliera con
la sociedad, cuando hay otros elementos fundamentales participativos en la
democracia, pero que le tememos, porque somos una sociedad temerosa.
Terminó la primera parte de este proceso monstruoso y ahora escucho lamentos
por quienes quedaron (un militar que estuvo en el conflicto armado y un
politiquero que da ofrecimientos espontáneos y ridículos) como si hubiera
habido algún candidato verdadero, como si alguno de los postulados hubiera
tenido planes reales, como si alguno de ellos hubiera tenido el valor de hablar
de sus financistas, como si hubiera hablado de quienes serían sus asesores en
el futuro. Terminó y todo sigue igual, y seguirá así hasta que realmente
pensemos que nosotros somos los responsables de todo este camino pedregoso en
el que va Guatemala.
En fin,
todos estarán sentados satisfechos con el dedo manchado de tinta, engañándose
de su audaz participación democrática, cuando la real, la mera tos con flema,
será en estos próximos cuatro años y los siguientes y los siguientes.
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