Llevo
meses sin una publicación en el blog por el vaivén de la vida, así que hoy
reinicio con las publicaciones mensuales (espero y no es una obligación sino es
porque me gusta escribir). Lo más triste
es que inicio siempre con la problemática que existe en Guatemala.
Hace
poco la sociedad guatemalteca se fundió en mucho dolor por la muerte de un
joven del Colegio San Sebastián. En todo
este duelo también muere su agresor, un joven también de la sociedad guatemalteca. El primer joven de 19 años estaba estudiando
en un colegio, el otro había estudiado posiblemente en las calles, tenía 25
años.
Este
hecho es una lección que creo que la sociedad guatemalteca no desea aprender,
desea cegarse ante las situaciones más claras a pesar de ser tan evidentes. Todo esto es un ejemplo de cómo los adultos,
los políticos, la sociedad asesinan a la niñez y a la juventud, lo digo porque
no solo se trata del robo de un celular, se trata de la falta de oportunidades
que puede dar la sociedad a los jóvenes, se trata de un ejemplo claro de cómo
se encuentran los dos polos de nuestra sociedad y cómo uno aniquila al otro y
cómo la sociedad no ve las causas reales y piensa que asesinando del otro joven
pueden solucionar el problema.
El
día que ocurrieron los hechos, se encontraron los ejemplos de cómo nosotros
como sociedad dejamos que mueran las oportunidades en los jóvenes, uno por la
bala de un joven que si hubiera tenido la oportunidad de tomar otro camino seguramente
que la hubiera hecho. Pero en Guatemala
los políticos, los oligarcas, la sociedad en sí, no están dispuestos a ver eso,
prefiere linchar y asesinar a otro joven pensando que de esta manera los demás
de su misma edad tendrán oportunidad de tener otra vida. Evitaran robar, evitaran involucrarse en las
drogas, evitaran estar en las mafias, como si la vida de Leonel y Diego fueran
las herramientas para abrir las oportunidades que hacen falta.
Leonel
Alejandro Guillén y Diego Armando Moisés, ese día no
tuvieron oportunidades. Uno mató al
otro, mientras que la sociedad enfurecida, loca de sangre asesina al otro. Todos lamentan la muerte de Leonel (me
incluyo) pero pocos lamentan la muerte de Diego que también era un ser humano y
que no merecía morir, merecía la oportunidad de ser más allá de un asaltante,
tenía derechos por ser joven, por ser sencillamente un ser humano.
Yo lamento la muerte e ambos.
Los dos eran jóvenes, los dos eran personas que merecían la vida y
merecían muchas cosas estables que la sociedad negó por no querer ver más
allá. En este acontecimiento no solo
murieron ellos, fue un ejemplo claro de cómo la sociedad adulta (nosotros) asesina
a la juventud y a la niñez sin dar oportunidades.
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