En Guatemala todos los días hay masacres pero se anulan,
primero los medios de comunicación, después nuestra cotidianidad nos deja
ciegos o por lo menos eso intentamos para evitar sentirnos culpables todos los
días de un sistema que soportamos y que mantenemos y que no logramos
anular. Así es todos los días, mueren
personas de hambre, de violencia y agresión, y solo nos damos cuenta de ello
cuando hay algo que nos soquea profundamente.
En esta semana sale a luz un niño que asesina a un taxista (Lara, 2013), también dos niñas o
adolescentes son acusadas de asesinar a un hombre de 20 años (Prensa Libre,
2013). Solo en esos momentos de notimorbosidad nos
damos cuenta que nuestro sistema está podrido.
Pero aun así no tardan en llegar los mensajes discriminatorios hacía
estos niños, son mensajes llenos de un odio arraigado hasta el tuétano de
nuestras raíces sociales, mensajes llenos de estigmas sin fundamento y que están
ahí penetrados en todos los rincones visibles de nuestra herencia social.
Dentro de los
comentarios se pide la pena de muerte para los adolescentes y los niños, se
pide que vuelvan los Escuadrones de la Muerte a realizar una limpia social
(cómo si ya no hubieran), se indignan por que no existan castigos severos
contra los pequeños; por otro lado el editorial de Prensa Libre del día después
explica “el por qué” de la situación escribiendo lo siguiente: “Es importante
indicar que son numerosas y en realidad obvias las causas que contribuyen a
este tipo de criminalidad, entre ellas la desintegración familiar, falta de
padre, consentimiento de los papás a todo lo que hace el niño.” (Prensa Libre,
2013).
Todos ellos olvidan que la criminalidad imperante, la
utilización de los niños en asesinatos no tiene otra raíz más que la
marginación que como sociedad le ha dado a los niños, niñas y adolescentes. Se les ha olvidado que a todos ellos que lo
que piden con la boca llena de saliva rabiosa y los insultos racistas es la
raíz de esta problemática. Así es, ellos
olvidan que desde hace mucho tiempo se ha abandonado a su suerte a los niños,
niñas y adolescentes guatemaltecos en las calles más violentas de Latinoamérica:
¿Qué más podrían haber aprendido? ¿De qué otra forma podrían haber sobrevivido
los pequeños si no que siendo violentos?
Claro eso no lo ven las personas que han pedido la muerte a
los niños, que piden sicarios matando a niños-sicarios. Nuestra sociedad no lo desea ver, no desea
discutir esa marginación, esa otra manera de matar y ese otro tipo de violencia
feroz que tenemos metido en nuestro cuerpo.
Como sociedad no somos capaces de pedir programas de
prevención o de rescate “real” para los pequeños que ya están involucrados en
esa criminalidad adulta. Nuestro entorno
social es incapaz de poder dar amor y contener al que tiene el dolor de ser
marginal y olvidado por mucho tiempo. No
logramos enfocarnos y gritar que se le ponga atención a quienes realmente lo
merecen: “LOS NIÑOS, LAS NIÑAS Y LOS ADOLESCENTES DE TODA Guatemala”.
Trabajos citados
Lara, J. (13 de Febrero de 2013). Menor Habría Matado
a Taxista. Obtenido de Prensa Libre:
http://www.prensalibre.com.gt/noticias/justicia/Conductor-asesinado-menor-anos_0_872912784.html
Prensa Libre. (13 de
Febrero de 2013). El monstruoso sicariato infantil . Obtenido de
Editorial:
http://www.prensalibre.com/opinion/monstruoso-sicariato-infantil_0_873512688.html
Prensa Libre. (13 de
Febrero de 2013). Hermanas de 13 y 15 años son acusadas de homicidio.
Obtenido de Prensa Libre:
http://www.prensalibre.com/noticias/justicia/Hermanas-anos-acusadas-homicidio_0_871113039.html
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