“-La muerte es nuestra eterna compañera -dijo don Juan con un aire
sumamente serio-. Siempre está a nuestra izquierda, a la distancia de un brazo.
Te vigilaba cuando tú vigilabas al halcón blanco; te susurró en la oreja y
sentiste su frío, como lo sentiste hoy. Siempre te ha estado vigilando. Siempre
lo estará hasta el día en que te toque.
Extendió el brazo y me tocó levemente en el hombro, y al mismo tiempo produjo con la lengua un sonido profundo, chasqueante. El efecto fue devastador; casi volví el estómago.”
Extendió el brazo y me tocó levemente en el hombro, y al mismo tiempo produjo con la lengua un sonido profundo, chasqueante. El efecto fue devastador; casi volví el estómago.”
Viaje a Ixtlan – Carlos Castaneda
A JCLL
Curioso, hoy me desperté pensando en la muerte, sí… pero
ahora ya no la veo como adolescente, pero la sigo viendo y la sigo
sintiendo. Hace un par de meses hice un
ejercicio terapéutico con ella y sentirla como me dijo el terapeuta. Él dijo (parafraseandolo) “En los libros de
Carlos Castaneda Don Juan le dijo una vez: La muerte esta de tu lado izquierdo
a un brazo de distancia. Con eso van a
trabajar, imaginen durante media hora que la muerte está ahí y déjenla sentir…”
Ya dentro de la actividad y dejar sentir a la muerte a esa
distancia, dejarla estar ahí y yo permitirme verla, sentirla, olerla me hacía
pensar en los seres queridos, a los que amo, pensé en D. y en S. La muerte podía ser atractiva, podía ser
oscura, pero yo deseaba más tiempo aquí, quería más tiempo con los seres
amados.
Ahí ame la vida, ame el instante, ame los momentos. A veces pienso en ese ejercicio y en lo
vulnerable que somos, que soy. Pienso en el instante en que podemos estar y después no. Pienso en los amigos que se han ido, en los
que están a punto de irse.
Hoy alguien que conozco se ha ido y estoy triste, tengo
lágrimas en los ojos, tengo sensaciones de tristeza.
Hoy en la noche mientras escribo quiero amar, quiero vivir, quiero
disfrutar sabiendo que la muerte así de bella, de tortuosa, así de misteriosa, de oscura, esta sencillamente atrás de mí, del lado izquierdo a un brazo de distancia enseñando que lo preciado es el instante, no el futuro, no el pasado, sencillamente el ahora.
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