martes, 2 de diciembre de 2014

El Espejo, Nosotros y Guatemala



En “Nuestro Diario” (uno de los diarios amarillistas de Guatemala) sale una fotografía de una adolescente prendida en llamas, no la he querido ver, pero las he visto en algunos muros de Facebook de algunos amigos.  Es interesante cómo los guatemaltecos nos vamos transformando en los monstruos con quienes se pelea todos los días, no puedo imaginar la complicidad y el odio que debe de existir dentro de la persona que roció la gasolina, no puedo imaginar la sensación de adrenalina y éxtasis que puede sentir la persona que puso la llama para que la mujer ardiera.  No puedo imaginar la complicidad de los que se pueden quedar viendo el espectáculo, no puedo imaginar el morbo que en sus cerebros iba creciendo y como una pequeña chispa de humanidad dentro de todos ellos se iba apagando.
No puedo imaginar cómo pudieron ver a sus hijos después de eso, no puedo imaginar cómo pudieron abrazar a sus seres queridos teniendo la imagen de una persona en llamas y que tuvieron relación con dichos actos.  Yo no podría hacerlo, sencillamente no quisiera hacerlo, no me gustaría ser un verdugo sabiendo que nosotros somos los mismos que creamos el odio y la muerte.
Nadie se pregunta ¿qué tuvo que pasar en su vida una adolescente para hacer matar también? ¿Qué horrores tiene que pasar un niño o niña para aprender a matar? ¿Qué tipo de sociedad es en la que ha tenido que vivir para dejar las actitudes adolescentes que nos describen en los libros universitarios? ¿Qué tuvo que sentir ella o cualquier otro niño para hacerlo?  La respuesta está frente al espejo de los políticos, está frente al espejo de los policías, los soldados, de los diputados, de los narcos, de los del CACIF, de los religiosos.  La respuesta está cuando los directores de los colegios y escuelas se paran frente a los espejos, cuando los maestros se ven en ellos, cuando los abogados y jueces se asoman a peinarse, cuando todos, absolutamente todos, hombres y mujeres adultos, en nuestro odio, nos vemos en el espejo.  Ahí está la respuesta del origen de los adolescentes, niños y niñas que son sicarios.
 Cuando nos paremos frente al espejo veremos que Guatemala tiene raíces de odio y violencia, de asesinar, matar, torturar, violar, quitar.  Guatemala en el espejo esta en esa portada que muestra a nuestra sociedad tan llena de odio y que no está dispuesta a perdonar, que no está dispuesta a virar.  En el espejo Guatemala ve muerte y posiblemente le agrada, lo festeja quemando a las y adolescentes, niños, niñas.
No cabe duda, lo revolucionario en Guatemala es “amar”, “sonreír”, “perdonar”,  “acompañar”, “guiar”.  Si realmente deseamos un cambio, nuestro odio social de siglos tiene que buscar un canal de expresión, un canal para que pueda ser escuchado por los realmente culpables de esta sociedad (nosotros: políticos, apolíticos, religiosos, ateos, indiferentes, etc.), porque no hace falta un tirano en nuestra patria para asesinar porque ya lo tenemos en el corazón de nuestra sociedad empujándonos a ser como todos los que han hecho lo mismo con nosotros.

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